La FAMILIA

Tengo que reconocer que me cuesta hablar de mi familia de origen. Cuando no puedes decir bonitas palabras, cuando hablar de tus hermanos te provoca una especie de tensión con una guinda de tristeza, cuando durante tanto tiempo no puedes hasta recordar esos momentos tan felices de la niñez porque el ahora se coloca por delante… Cuando todo eso ocurre, te tiras más o menos 10 años sin apenas hablar de la familia. Sólo con aquellxs tan allegadxs (tan pocos) que entienden a la perfección el daño que han provocado, y sólo con ellxs, he podido romper ese silencio.

El silencio es fruto de una máxima familiar tan dañina como «maquiavélica»: lo que ocurre en la familia se queda en la familia. Parece como si hablar de eso que no es bueno, de los insultos, de la dejación, del interés económico, de la soledad ante la enfermedad, del dolor de la pérdida, parece que me convierto en una desertora de la familia. Parece que estoy traicionando algo o a alguien. Y nada más lejos de la realidad.

Durante 10 años he pasado por varios estadios. Al principio quería creer que eran malos momentos para todxs, y que con un poquito de tiempo, poco a poco, se establecería un diálogo cordial. Y no.

Lo siguiente fue para mi aterrador. Correos electrónicos llenos de acritud, de insultos (no no, que nadie piense que me insultaban con esas palabrotas que todos conocemos, no no, los insultos eran muy «educados»: ninguneo, desprecio, acusaciones, falsedades,…) y todo ello por qué?. No lo sé o mejor dicho tengo mi teoría: la conciencia es muy mala compañera cuando no hacemos lo que tenemos que hacer, y despierta un mecanismo de defensa: antes de que tú me ataques te ataco yo.

Y después de mucho tiempo y ayuda, comprendí que todo el daño ha sido gratuito. Y que nunca hay que estar con lxs que no te quieren. Que la familia es muy importante (para mí) pero que no puedes obligar a nadie a quedarse a tu lado, a que entienda la familia como la entiendo yo. Ya no tengo ese miedo a leer esos correos tan aterradores, al ninguneo, al desprecio,… porque ese daño ha quedado en el pasado, ese daño me robó un trocito de corazón. Pero ya está.

He aprendido a convivir con esta profunda tristeza que me acompañará siempre. Pero la vida ha sido y es muy «curiosa» y ha sabido y sabe compensar muy bien. Y me «ha regalado» una bonita familia. Recuerdo una ocasión ya hace unos cuantos años que en una situación de dolor alguien a quién yo quiero mucho (de esta bonita familia) me dijo «Tú también eres de la familia». Claro que sí, claro que soy de esta bonita familia y de todxs lxs que me quieren, apoyan, animan, comparten y me hacen sentir que la vida tiene todo el sentido de ser (como siempre he creído). Llegan las «Gabonak» (Navidades) y aunque un trocito de las navidades se fue un 5 de enero de 2013, ésta otra parte que se quedó conmigo hace que las disfrute como a mí me ha gustado siempre. Árbol de Navidad, Jaiotza y una enorme sonrisa. Todavía la Navidad sigue teniendo su Magia!. Eguberri on!

Que así sea

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